Uno de los sentimientos más
poderosos es el miedo. El miedo te puede paralizar o te puede llevar a hacer
conductas de las que más tarde te vas a arrepentir.
Sin embargo, el miedo no tiene
ningún poder si no piensas en las situaciones. El miedo solo es una percepción
subjetiva ante un hecho. Es una barrera de humo que parece opaca y sólida
cuando en realidad solo es humo que se disipa y deja ver lo que tienes delante
claramente.
Solo cuando la traspasas es
cuando percibes que todo estaba en tu mente. Tienes más miedo antes de
enfrentarte a eso que tanto te asusta que cuando estás dentro de la situación
misma.
Cuanto más te escondes, cuanto
más huyes, más miedo tienes, más temor a hacer nada, te siente más inseguro y
realmente crees que no serás capaz de superar el hecho en sí.
Eso es tu mente que te engaña, es
tu mente cuyo instinto de supervivencia intenta protegerte para que no sufras,
para que no te hagas daño y, curiosamente, cuanto más intenta protegerte, más
va a perjudicarte.
Lo fundamental de todo esto es
ser conscientes de que darle vueltas a algo que tenemos que hacer, que decir no
nos va a ayudar.
Una cosa es pensar en un plan
para llevar a cabo ciertas acciones o estudiar aquello que debemos decir y otra
muy distinta es imaginarnos cómo nos saldrá. Por lo general tu mente lo
imaginará de modo negativo. Puestos a elegir, elige que todo sale bien. Eso te
ayudará y evitará que tu mente siga con sus historias desastrosas.
Recuerda siempre que tú diriges
tu vida, tú decides a qué enfrentarte y de qué modo. Cuanto menos te dejes
influir por tu pasado, por tus creencias, menos temor tendrás. Si te convences
de que vas a sufrir, sufrirás. Esto es así para prácticamente todo lo que nos
sucede en la vida.
El miedo es positivo cuando saca
lo mejor de nosotros pero es negativo cuando adelantamos posibles resultados
antes de que sucedan.
En el caso de la salud y de la
salud mental esto también es fundamental. Muchas veces tememos reconocer que no
estamos bien, que tenemos problemas, que necesitamos ayuda. Tenemos miedo a lo
que sucederá, a lo que nos pasará, a que nuestra zona de confort se vea
amenazada cuando la realidad es que precisamente esa zona de confort es la que
ha provocado la enfermedad.
Tienes miedo de perder el control
de ti mismo, de lo que sucederá, de que todo se te escape de las manos.
Con esta actitud lo que consigues
es que todo empeore hasta que, finalmente, estalla. Cuando ya el volcán ha
estallado te das cuenta de que no era para tanto. Todo se arregla al fin y al
cabo.
Si estabas enfermo, te curarás o
recuperarás una estabilidad gracias a la medicación. Si has hecho algo que
creías que nadie iba a admitir, resulta que te sientes comprendido... Todo
tiene una mejor solución que la que nuestra mente se había imaginado y has
sufrido inútilmente durante un valioso
tiempo que podías haber disfrutado de manera positiva.
No permitas que el miedo nunca te
impida hacer o decir algo que te ayude. No dejes de hacer nada solo porque tu
mente se imagina un resultado desastroso. Arrepiéntete solo de lo que no hagas.
El miedo solo es una barrera de
humo que tus ojos se imaginan que es sólida cuando solo es vapor inofensivo.
Rocío Testa Álvarez
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