Ya he
hablado otras veces del poder de la mente, en este caso voy a hablar de la
fibromialgia. En este espacio se habla de la enfermedad mental, pero, ¿en dónde
podemos englobar la fibromialgia?
Una
enfermedad en terreno en medio de nadie. Las pruebas físicas no muestran ningún
daño y sin embargo quienes padecen este mal se sienten cada vez peor.
La
fibromialgia consiste en un dolor que comienza casi siempre con un resfriado y,
de hecho, los que la padecen dicen que creen que nunca llegaron a curarse de
ese resfriado pero que, curiosamente, se origina tras algún hecho psicológico
traumático para la persona. A partir de ahí, los dolores aumentan junto con el
cansancio según va pasando el tiempo hasta el punto en el que se muestra
totalmente incapacitante.
¿Cómo es
posible que algo que no se ve provoque en el cuerpo un dolor tan fuerte? ¿Cómo es posible que tu cerebro envíe esas
señales de dolor cuando no hay nada aparente que lo justifique? Parece una
enfermedad que no tiene sentido, encima los médicos se resisten a creerte
porque nada respalda los síntomas que tú mencionas.
Pero todos
los dolores en el cuerpo tienen una justificación, un por qué y un para qué.
¿Qué te
quiere decir tu cuerpo para que se produzca este desarreglo?
Es curioso,
debe ser así, que casi todas las personas que sufren este mal tienen unas
características similares. La excesiva responsabilidad, el querer hacer todo,
ayudar a todo el mundo, olvidando sus propias necesidades. Son personas que se
sienten minusvaloradas en sus vidas, en lo que hacen. Y en ellas aparece el
conflicto entre lo que necesitan y lo que dan. Un, no quiero pero debo.
La familia
es el lugar donde más se producen estos abusos contra ti, porque se han
acostumbrado a que tú lo hagas todo, nadie quiere cambiar esa actitud, todos
están bien excepto tú. Y como tú no eres capaz de hacer nada al respecto, lo hace
tu cerebro por ti, literalmente te incapacita para que detengas esa carrera en
contra de ti mismo y tus necesidades.
El
tratamiento farmacológico no es suficiente ni consigue paliar todos los
síntomas. Entre ellos antidepresivos o relajantes musculares.
Al principio
no entiendes qué te está pasando y te enfadas con todo y con todos. Nadie te
entiende, te quieren convencer de que todo son imaginaciones tuyas y ello te
llevará a sufrimiento y a sentirte impotente, puedes incluso aislarte, no
quieres explicar otra vez lo mal que te sientes.
Muchas veces
te quedas ahí y sigues padeciendo, rogando para que la enfermedad te permita
pasar un día sin tanto dolor. Que alguien encuentre una solución para tu mal.
Te deprimes por la salud que ya no tienes mientras los dolores aumentan y el
cansancio te impide incluso levantarte de la cama.
Pero si
superas esa etapa, si dejas que tu cerebro se exprese podrás intentar buscar
una explicación, por qué, para qué te ha pasado esto.
Será en esta
fase donde buscarás ayuda. Un médico no te ayudará, lo sabes. Debes buscar un
psicólogo, alguien que te permita ver qué te quiere decir la enfermedad. No
están llevando bien tu vida. No te estás cuidando. Necesitas reorganizar tus
ideas y tus creencias, cambiar tu modo de pensar, dejar de luchar contra ti
mismo.
¿Se cura la
fibromialgia?
Sí, casi
siempre. Ello depende de la actitud del propio paciente. Pero ese desarreglo
bioquímico que se ha producido es necesario restablecerlo. Así que sí, te
curarás cambiando tu modo de pensar, estableciendo unos límites psicológicos o
incluso alejándote de las personas que te están incapacitando aunque sea de
modo inconsciente.
El desarreglo
bioquímico se relaciona con los iones de calcio, sodio, magnesio y potasio. La
proporción y el equilibrio de estos iones son los que provocan los síntomas y
su ajuste puede recuperar tu salud. Infórmate si padeces este mal pero no te
olvides de que lo más importante es que reconozcas que tu cuerpo te ha dado una
lección muy importante para que aprendas, no para que la tapes o luches contra
él.
Sé feliz, te
lo mereces.
Rocío Testa
Álvarez.
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